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Oración de medianoche

La oración es una herramienta poderosa para conectarse con lo divino y alcanzar tranquilidad en medio de los desafíos. Y, en la madrugada, cuando la mente está más tranquila y receptiva, la Oración de Medianoche se vuelve aún más poderosa. Como dice Mateo 25:6, “A medianoche me levantaré para alabarte, por tus justos juicios”. Esta oración es especialmente efectiva para aquellos que buscan curación emocional, mental, espiritual y física. Al depositar nuestra fe en cada palabra de la oración y poniendo nuestras intenciones con el corazón, podemos poner nuestros problemas en las manos del divino y alcanzar una mayor conexión con lo sagrado. Entonces, si has luchado con insomnio y preocupaciones, prueba la Oración de Medianoche como una forma de conectarte con lo divino y alcanzar paz interior.

Cuál es el poder de la oración de medianoche?

La oración tiene un poder transformador, y la Oración de Medianoche es especialmente poderosa, ya que es un momento propicio para entregar completamente nuestros problemas en las manos de lo divino. La medianoche es un tiempo sagrado, cuando la mente está más tranquila y receptiva, y las preocupaciones y miedos ceden lugar a la paz y claridad. Al orar con fe y intención, podemos liberar nuestros problemas y poner nuestras necesidades en las manos de lo sagrado. La Oración de Medianoche es un cimiento diario para aquellos que buscan orientación divina y paz interior en medio de las preocupaciones cotidianas. Es una invitación a conectarse con lo divino y alcanzar una mayor armonía interna y externa.

Esta oración tiene el poder de eliminar las bases de las estructuras que nos encarcelan, nos asustan y nos desvían del camino de Dios. También abre puertas y muestra caminos para seguir la paz y estar más cerca de la misericordia divina. Además, ayuda a soltar los lazos que nos atan al pecado y a las tentaciones, como los vicios y las manías que nos desvían del bien o de nuestra vitalidad física.

EXU 7 REI DA LIRA

Sábado por la noche, la luna brilla en el cielo y anuncia otra sesión de su Señor 7 de la Lira. El “HOMBRE” es recibido con una mezcla de gritos, suplicas y aplausos. Ya en la Nave Central de la Lira, él establece su gira y después del apoteótico y sagrado Pin de la Hora Grande, el Rey de la Lira se vuelve y se concentra en el ritual principal de su trabajo, la MESA DE CURA. Construida con base de hierro y madera maciza en los colores rojo y negro, se entrelazan en 3 grandes corredores paralelos llegando a una increíble longitud de casi 100 metros de longitud. Mientras el Guardián con sus cambones pasaba por encima de los 3 corredores ya llenos de fieles con sus contraseñas, una nueva oleada de personas, y así sucesivamente, esperaban para entrar en el lugar sagrado. Se registraban innumerables curaciones y eran constatadas por cientos de personas. Paralíticos volvían a caminar, ciegos volvían a ver, sordos volvían a oír, personas con cáncer, veían sus tumores desaparecer, entre otras innumerables curaciones de las más diversas afecciones. Su Señor 7 era alabado y la gran multitud con los brazos levantados suplicaban al Rey de la Lira la cura de sus males de la cabeza, del cuerpo y del camino. Mientras caminaba, lanzando su marafo sagrado a la multitud, el Guardián recibía billetes pidiendo ayuda espiritual para alguien, marafos, rosas y regalos en agradecimiento por curaciones alcanzadas por incontables números de fieles. Resonaban los gritos: “Su Señor 7, ¡dame un golpe!”

Sin descanso y obstinado en brindar caridad a la mayor cantidad posible de fieles, el Rey repetía docenas de veces su caminata por las 3 mesas sagradas y consagradas para sus curaciones hasta que todos fueran atendidos. Ya en la alta madrugada y cerca del amanecer, Señor 7 de la Lira confirmaba su trabajo de curación a través del juego de caracoles en el altar de San Antonio. Una vez más, su trabajo de caridad era validado por los Orixás del Ori de Madre Cacilda de Assis y San Antonio.

Para aquellos que no tuvieron su gracia alcanzada, su oportunidad está justo allí el próximo sábado. Y así fue durante décadas e décadas sin interrupción.

¡Salve Señor 7 de la Lira y sus Fuerzas!